jueves, 22 de diciembre de 2016

Las Fiestas del Grinch

Y así llegamos a las Fiestas, en un abrir y cerrar de ojos.
Ya saben que diciembre para mi, habría que sobrevolarlo bien rapidito, y si uno pudiera irse lejos , bien lejos, mejor. El Grinch me invade en esta época. Una vez crecidos los niños de la familia (aún queda mi sobrinita Fran, pero mmmm algo me dice que o ya sabe o está por saber la verdad), ya no hay sorpresa... Para mi, es una época de muchísimo trabajo, y eso sumado al CALOR, no dan ganas de hacer nada extra. Igual, para mantener alguna tradición (no soy de tradiciones, mas bien soy antitradición) veré si el calor y el cansancio me dejan cocinar las clásicas galletas de jengibre (que no son muy argentas que digamos, pero bue, son ricas) y el pan dulce (dedicado a mi hijo que tuvo un año genial en el cole y le encantan las frutas abrillantadas). Pienso que si estuviera sola en el mundo, mi Navidad perfecta sería meterme en la cama con mi bandejita con algo rico para picar y una buena peli, o un buen libro. Nada de comida especial, ni reuniones, total, uno puede reunirse con la familia en cualquier ocasión. Pero bueno, a veces hay que sumarse al deseo de los demás, sobre todo de los mayores que no conciben las fiestas sin reuniones, morfi y brindis.
Me queda siempre el deseo de pasar, algún día, una Navidad blanca. Nada de ensalada rusa, ni calor. Mi adorado frío que justifique las galletas de jengibre y el pan dulce.
De todos modos, les deseo unas fiestas en PAZ, lejos del consumismo habitual para esta época. No hacen falta grandes gastos para festejar, no hace falta el peceto (inalcanzable!!!$$$$), ni turrones, ni nada de eso. Hay Navidad igual sin compras en shoppings ni regalos caros. Muy lejos esta el significado real de la fecha, si es que creemos en ello, con ese despliegue de gastos totalmente innecesarios.
Felices fiestas, abrazo a tod@s!!!

martes, 6 de diciembre de 2016

El oficio del camarero


Cuando salgo a algún bar o restaurante, me gusta recibir una buena atención. ¿En qué consiste que me atiendan bien? Vamos por partes, este no es un tema menor. Primero, pretendo que el camarero advierta mi llegada y que se acerque a la mesa. Recuerdo una vez que fuimos a un bar cercano a mi casa y estuvimos 15 minutos esperando que nos atendieran: los mozos estaban en la barra, eran varios, y el local estaba casi vacío, no había excusas para que tardaran tanto. Obviamente nos paramos y salimos del local. La higiene:la mesa tiene que estar limpia, de no ser así, un buen camarero la prepara como corresponde. Un ítem que suma, es que sepa asesorar: recomendar algo de la carta, comentar si las porciones son abundantes o justas. Una vez realizado el pedido, no demorar en servirlo, por supuesto que esto depende en parte del tiempo que tarden en prepararlo en la cocina. El resto del tiempo que paso en el local, quiero disfrutar de mi comida tranquila, charlando si estoy acompañada, sin interrupciones innecesarias, ni indiscreciones. Una cosa es que pasen y pregunten si todo está bien. Otra cosa es que se instalen al lado y participen de la reunión. Francis Mallmann dice "la comida y el vino empujan nuestra inteligencia y nuestra creatividad para hablar. Para mí eso es lo más lindo que tiene la comida". Habla de lo sagrado y lo mágico que se establece cuando las personas comparten una comida. Para finalizar:la cuenta. Es una tortura cuando quiero pedirla e irme y el mozo no se da por aludido por más que lo mire insistentemente o le haga señales de humo. Si pago justo, listo, dejo la propina y me voy. Si me tiene que dar vuelto me enoja que tarde exageradamente, pretendiendo tal vez que desista de esperarlo y le deje ese vuelto como propina. Me sucedió un par de veces, no traían el vuelto y se hacían los desentendidos. Por supuesto que me no me moví del asiento y reclamé lo que me correspondía.
Da gusto recibir una atención esmerada, es parte del disfrute de la salida. ¿Soy exigente? Puede ser, no veo mal serlo, si no me siento cómoda, no vuelvo.