martes, 6 de diciembre de 2016

El oficio del camarero


Cuando salgo a algún bar o restaurante, me gusta recibir una buena atención. ¿En qué consiste que me atiendan bien? Vamos por partes, este no es un tema menor. Primero, pretendo que el camarero advierta mi llegada y que se acerque a la mesa. Recuerdo una vez que fuimos a un bar cercano a mi casa y estuvimos 15 minutos esperando que nos atendieran: los mozos estaban en la barra, eran varios, y el local estaba casi vacío, no había excusas para que tardaran tanto. Obviamente nos paramos y salimos del local. La higiene:la mesa tiene que estar limpia, de no ser así, un buen camarero la prepara como corresponde. Un ítem que suma, es que sepa asesorar: recomendar algo de la carta, comentar si las porciones son abundantes o justas. Una vez realizado el pedido, no demorar en servirlo, por supuesto que esto depende en parte del tiempo que tarden en prepararlo en la cocina. El resto del tiempo que paso en el local, quiero disfrutar de mi comida tranquila, charlando si estoy acompañada, sin interrupciones innecesarias, ni indiscreciones. Una cosa es que pasen y pregunten si todo está bien. Otra cosa es que se instalen al lado y participen de la reunión. Francis Mallmann dice "la comida y el vino empujan nuestra inteligencia y nuestra creatividad para hablar. Para mí eso es lo más lindo que tiene la comida". Habla de lo sagrado y lo mágico que se establece cuando las personas comparten una comida. Para finalizar:la cuenta. Es una tortura cuando quiero pedirla e irme y el mozo no se da por aludido por más que lo mire insistentemente o le haga señales de humo. Si pago justo, listo, dejo la propina y me voy. Si me tiene que dar vuelto me enoja que tarde exageradamente, pretendiendo tal vez que desista de esperarlo y le deje ese vuelto como propina. Me sucedió un par de veces, no traían el vuelto y se hacían los desentendidos. Por supuesto que me no me moví del asiento y reclamé lo que me correspondía.
Da gusto recibir una atención esmerada, es parte del disfrute de la salida. ¿Soy exigente? Puede ser, no veo mal serlo, si no me siento cómoda, no vuelvo.

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