Un simple banquito de pino, viejo y triste se puede transformar con un poco de pintura y papel en lo que uno desee. Las ganas de cambiar y poner las manos en la "masa", dan como resultado un objeto bello que nos acompañará en lo cotidiano. Y lo más curioso es que no sólo se disfruta el resultado, sino todo el proceso, desde la elección de los materiales, los colores, la pintura.
¿ Acaso no es dejar abrazarse por instantes de felicidad?
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